Tiempos recios de Mario Vargas Llosa es una obra grande de este autor, que aunque puedas tener ciertos prejuicios en relación a su vida o pensamiento político, es indudable que cuando se pone en plan escritor es uno de los mejores, sin duda, y te permite disfrutar con la buena literatura. Esta obra, según mi humilde opinión, está a la altura de La fiesta del Chivo, pero si cabe, tiene la valentía de estar publicada en estos tiempos de confusión que permite arrojar cierta luz en todo este panorama y entender nuestro pasado. Pero sobre todo es literatura por como está narrado, hay un momento que están discurriendo dos conversaciones en tiempos y lugares diferentes, pero entiendes perfectamente lo que está aconteciendo en los dos lugares y cómo uno resulta inentendible sin el otro; estos artificios literarios hacen que no sea una crónica política o histórica sino una novela,
«¿Era la historia esa fantástica tergiversación de la realidad?»
Guatemala, 1954. El golpe militar perpetrado por Carlos Castillo Armas y auspiciado por Estados Unidos a través de la CIA derroca el gobierno de Jacobo Árbenz. Detrás de este acto violento se encuentra una mentira que pasó por verdad y que cambió el devenir de América Latina: la acusación por parte del gobierno de Eisenhower de que Árbenz alentaba la entrada del comunismo soviético en el continente.
Tiempos recios es una historia de conspiraciones internacionales e intereses encontrados, en los años de la Guerra Fría, cuyos ecos resuenan hasta la actualidad. Un suceso que involucró a varios países y en el que algunos verdugos acabaron convirtiéndose en víctimas de la misma trama que habían ayudado a construir.
En esta novela apasionante, que conecta con la aclamada La Fiesta del Chivo, Mario Vargas Llosa funde la realidad con dos ficciones: la del narrador que libremente recrea personajes y situaciones, y la diseñada por aquellos que quisieron controlar la política y la economía de un continente manipulando su historia.